5 de abril de 2014

Ocho apellidos, 40 pesetas

Es significativo que dos de los títulos de cine español más recientes, "Ocho apellidos vascos" y "2 francos, 40 pesetas", estén pegando tan fuerte en taquilla.

No significa que el cine sea de calidad, si no que la entrada está barata. Demuestra esto, que la gente quiere ir al cine y pasar un buen rato, aunque sea a costa de nada. Planteamientos más que cómicos, patéticos y  simpáticos por que en el fondo sabemos de lo que hablan, de lo estúpidos que somos los españoles, y de lo saludable -¿de verdad?- que es reirse de uno mismo.

La crítica se vende barato, como las entradas. Las risas, aun las más justificadas fruto del raspadillo ingenio de sus guionistas, son las que te llevas de casa. Las que no sueles practicar por que la mierda te llega tan  al cuello que reir supone tragártela. Todo sonaba familiar y forzado, como siniestras risas enlatadas. Como en esa televisión con un tipo que te dice cuando aplaudir, reir, o chupársela al de al lado. Los compatriotas necesitan reir, y es tal el nivelazo de congoja general, que nos reimos hasta del aire, como los tontos, pero pagando.

Todavía no doy crédito de tamaña basura y de quienes lo aplauden.

Por otro lado Elejalde e Iglesias -más el primero que el segundo- siempre dan en el clavo. Hablamos de interpretación, y no de dirección, que en el caso de don Carlos deja bastante que desear en esta última incursión, muy lejos de su magnífica predecesora.

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