16 de junio de 2014

Jimmy Scott

 



 (1925-2014)

Adiós a una de las figuras más brillantes y enigmáticas del jazz. Jimmy Scott, cuya voz dio vida a uno de los estilos más inclasificables y sugerentes de la música del pasado siglo, fue el responsable de entonar con arrebatadora melancolía y tristeza, la canción que ponía punto y final a aquella crónica hermosa y oscura del asesinato de Laura Palmer en Twin Peaks.


https://www.youtube.com/watch?v=IP5KQrdiFrk

3 de junio de 2014

Snowpiercer Cocktail

 


Para la elaboración de un cocktail más o menos decente, suelen ser indispensables tres elementos: Buenos destilados capaces de hacerte sentir lo que una bala acariciando tu boca, el hielo adecuado para que la fase de enfriamento no convierta el preciado líquido en una charca, y un barman con dos manos y el pelo encerado, muestra de pulcritud y precisión. Snowpiercer parece tener dos de los tres elementos requeridos; excelente materia prima, hielo abundante, pero Boon Joon-ho no es un buen barman. Probablemente tenga dos manos y su pelo sea denso y brille como el aceite de automóvil, como también hay estupendos camareros que te preguntan si quieres la leche fría o caliente. El surcoreano la sirve templada.

La película arranca siguiendo el camino que trazan los cánones de buena parte de películas del género, incluso con algo más de intriga, que quizá fuese expectativa. Pero en esos minutos iniciales, la impresión es de que algo falla, y será una premonición certera. El excesivo afán por redondear su sentido, le hace alargar  innecesariamente desde el principio subtramas y secuencias que redundan en ornamento, aburrido o blandito, columpiándose insensatamente -esos varios desenlaces a cada cual más desconcertante-  en la delgada frontera entre la aceptable sensibilidad transemocional y la cursilería mesiánica más desesperante, tratando de sumar a su discurso un susurro de carácter ecologicoplanetarioeducativo que quedaba sobreentendido de corrido, subiéndose por las innecesarias ramas de las genealogías, los flashbacks, orígenes y luchas internas, demorando un clímax que podría haber resultado más impactante y discursivo que el producto -excesivamente explicativo- resultante. Sé lo que quieres decirme Lauren, pero no te entiendo ná.

 No nos resulta extraño elucubrar sobre infinitas posibilidades acerca de nuestro futuro, de la misma manera que abundan las teorías conspiracionistas sobre nuestro presente e hipótesis que tratan de ajustar cuentas con el pasado divulgativo oficial. La obra distópica, debería resultar suficiente en si, para hacer reflexionar al personal.

Snowpiercer se mantiene como propuesta de cine postapocalíptico oriental que no solo no consigue romper el hielo si no que en mi caso particular, me crea una barrera más y más infranqueable a medida que avanza la pelicula. Snowpiercer, transitando un género tan agradecido como este debía haberse nutrido de referentes como K. Dick, Orwell, Zamiatin, e incluso Gilliam..

Como punto de partida un mundo postapocalíptico, una historia basada en el cómic francés "Le Transperceneige" (1982) de Jean Marc Rochette y Jaques Loeb, cuya fuerza reside en la casi siempre apasionante vísión desesperada, hiperbólica y terminal de nuestro bendito mundo. Un mundo, en este caso, sin pasado ni futuro que ve pasar constantemente un tren repleto de supervivientes avanzando hacia ningún lugar. Orden social enfermo y gris, superestructuras imbatibles, lucha por la supervivencia, incoherentes llamamientos a la insurrección de manual como respuesta a las plegarias lógicas de quienes sueñan -ingenuos o no- con un mundo mejor y propuestas gastronómicas menos proteínicas. El sentido de la existencia recorriendo la espina dorsal del tren cósmico, escenario del gran teatro humano.

Chris Evans, secundado por John Hurt, Tilda Swinton y Ed Harris, soportan estoicamente el peso de una película que acaba haciendo aguas por capricho del director y guionista. Mi cabreo es formal, pues lo imperdonable es que cuando has conseguido introducir al público por los atractivos e identificables vericuentos sociales, existenciales y reivindicativos de ese tren eterno y jugar con la ilusión de la farsa reflejada en los necesarios y grotescos golpes de humor (Tilda Swinton y Alison Pil, la sección cocina y el sushi-bar), decides que que vas a hacer otra peli totalmente distinta, despeñando el relato por los acantilados del pseudo drama minimalista oriental. ¡¡Pero a quién se le ocurre!!

A mi incomprensión quedan secuencias enteras de la cinta -personajes que desaparecen también- y explicaciones -excusatio non petita accusatio manifesta- que alejan al espectador del desarrollo saludable de la película, y deja regusto a incompetencia. No haber trasladado la intensidad de la historia original al dinamismo que requería su versión cinematográfica, hace de Snowpiercer un quiero y no puedo, por que no es género que acepte camareros serviciales, si no auténticos barmans.

Desahogo tardío, aunque recomiendo la película en general, por que siento lo mismo cada vez que piso el  Metro. Húmedo y desinfectado lo transitamos algunos dormidos, otros soñando con no equivocarnos de estación o de sueño.

Decía Umbral, que la ciudad no existe, la sueña un hombre silencioso que va en el Metro. Un hombre que sueña con calles, cafés, cócteles y el Teorema Zero.

Lección en un minuto de parte de Mr. Scott.

Joker Gabinetísimo