26 de septiembre de 2014

Vampiros sapo, un chef, Charlton Heston y un jinete sin cabeza

Apareció en algún momento del agosto pasado "#Chef" (Chef, 2014), uno de esos proyectos ilusionados e ilusionantes, lleno hasta los topes de mensajes y valores positivos sin caer en el exceso sentimental de la peor calaña, algo a lo que suele acostumbrar el género. Jon Favreau, el artífice de la suculenta cinta, escribe, dirige y protagoniza una historia de superación, evolución y adaptación donde lo personal y lo profesional, lo cinematográfico y gastronómico, se funden como la mezcla de quesos de su extraordinario sandwich.

 Otra agradable sorpresa fue la adaptación televisiva del célebre relato romántico de Washington Irving, "Sleepy Hollow", cuya primera temporada engullí sin ningún tipo de reparo, acertada recomendación de www.conejitozombie.com. Los míticos personajes se acoplan sin complejos a la actualidad, aportando superstición y fantasía pura y dura a una trama en principio de tintes policiales, resultando un producto de entretenimiento con brochazos -a veces acertadísimas pinceladas- de creencias populares, folclore satánico y brujería.

Por un sendero muy parecido irrumpió "The Strain" intento de refundación del género vampírico traído también hasta nuestros días de la mano de Guillermo del Toro, aprovechando la pasión desatada por el género Z, y su éxito en los diferentes formatos de entretenimiento. La serie ofrece un detallado desarrollo de los acontecimientos previos a lo que se intuye como una de esas pandemias que estimulan un singular interés y apetencia por el sistema circulario del prójimo. Goza de puntos positivos siempre que se abstenga de caer en el aburridisimo manierismo zombie, y no trate de convertirlo en excusa para hacernos tragar una vez más que estupidez y nobleza son inherentes al humanoide cuando el mundo se encuentra, como el espectador medio, al límite del empacho.

Y para terminar con tan poco inspirado y autoimpuesto articulo, reivindicar un título tan apropiado para el verano como los polvorones de almendra. "Ben-Hur" de 1959, mítico título del género épico recordado sobre todo por aquella escalofriante carrera de cuádrigas y los doce oscars que le birló a la academia. Amor, amistad, odio y venganza, se encierran con sus protagonistas durante más de tres horas en una fatídica historia de dos amigos de infancia enfrentados, y cuya enemistad además de adquirir tintes freudianos, personaliza el conflicto entre Roma y los habitantes de Judea, pueblo conquistado y cruelmente gobernado. El componente religioso apenas llega a los veinte minutos de metraje, pero al final de la película la cosa de desborda, cerrando con broche cristiano, mensaje de perdón, amor y espectaculares planos un título que pasó a formar parte del Registro Nacional de Cine en USA junto con aproxidamante escasos seiscientos documentos audiovisuales más. Entre ellos, "Toro Salvaje" (Raging Bull, 1980) y "Fargo" (Fargo, 1996).

Charlton Heston habría sido un excelente Ichabod Crane.
Heston, instantes despues de aterrizar en la luna de la serie B