25 de enero de 2014

Llewyn Davis, el hombre


Llewyn Davis, no parece considerar que en la vida haya que luchar por los sueños. Mantenerse vivo y caliente, a veces ya es suficiente. El objetivo es lo de menos, cuando esos elementos caprichosos y en principio insignificantes se cruzan en nuestros caminos con empeño ciego y sordo -sobre todo sordo-. Es entonces cuando se toma conciencia de la anulación selectiva de la que podrían dar fe algunas trayectorias truncadas a mitad de un camino sin principio ni final. Elijas el que elijas, nunca te complacerá. Sentimiento encallecido, a veces roto. Sin abrigo, a merced de los Dioses crueles y cuya mejor compañía es la del misterioso y adorable gato Ulises, la alegoría mística y sobrenatural del folk, con nombre de héroe moderno. Drama Folk!! Anuncian los titulares.

La película, que se mueve entre el desesperado biopic con salpicaduras de road movie, es en su hora y veintidós, una completísima canción folk. Sus guionistas saben de qué hablan. Los hermanísimos Coen, son dos estupendamente inadaptados en la fábrica alucinada de Hollywood, y entre intento e intento por contentar a los estudios de vez en cuando, tratan de mostrarnos en todo su esplendor lo heroico del fracaso. 

El individuo acuciado por las circunstancias, trata de hacerlas frente, normalmente obligado, y siempre a algunos pasos por detrás de la trama. Desde el principio sus personajes parecen haber tirado la toalla y se han lanzado al abismo del estado vegetativo/automático. Esa fidelidad casi egoista a uno mismo, frente la aspereza del entorno, hace que se aborden los problemas con inusitado humanismo, embarcando a los protagonistas en historias que nos remontan siempre a la mitología y leyendas clásicas. Viajes poco redentorios, que les hará encontrarse constantemente con ellos mismos y sus  reflejos poco deslumbrantes, continuando su vida habiendo aprendido lo justo.

No resulta un cine tan nihilista como algunos pretenden ver. En la cara de Llewyn, reside la expresión del hastio, del (in)conformismo, la decepción y autodecepción, la desgana de expresar sus sentimientos verdaderos, tan al extremo, que le imposibilita la rehabilitación como sujeto útil, y ni siquiera su planteamiento, además de no comulgar con las innumerables incomodidades que reune su pasión. El viaje no implica un destino. Su amor por su desaparecido -muerto- compañero le mantiene en estado de letargo. Las referencias al amigo que se suicidó son quizá la unica evidencia de que Llewyn está vivo.

Vivo para cantar.
Canto para vivir  por que he olvidado respirar.

Los recitales de Llewyn, o sea, lo poco que se le oye cantar, son para disfrutarlos. Empeñada la crítica de "público"en su lentitud y ritmo soporífero, se olvidan que esta historia transcurre a ritmo de folk. Sobra tiempo para perder el tiempo, ¿hacemos otra cosa?, y pensar. Todo puede resumirse en lo de siempre; ya no es conocimiento ni preferencia por las pelis "fast and furious". Opinar ha perdido el sentido por que se opina sin convencimiento, y menos conocimiento. A más información, ya se sabe... Esa sensibilidad maleducada y escayolada que solo parece deshacerse con descaradas películas de lágrima y moco.

Entiendo a quienes no les guste el último ¿trabajo? de los Coen, pero en absoluto será una opínión a respetar.