24 de octubre de 2014

Utopía

 

Utopía: Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.
Distopía: Sin definición en la RAE

Lo quiero entender bien. España se deja llevar por sus audiencias, tejiendo una programación a medida de los gustos y preferencias -tirando a chuscos- de la mayoria. Respetables? Sin duda. Que lo vea el que quiera, o el que pueda. Yo, necesito un cubo cerca.

Por otro lado, los mismos formatos en otros países de la Unión, se aproximan certeros a aquel objetivo primero que arropó por unos instantes al primer Gran Hermano español allá por el siglo pasado. El reality patrio contó con un padrino de lujo, más bien como protector intelectual que justificaba un formato tan novedoso y posiblemente polémico, que la general y engarzada visión católica española consideraría obsceno. Juicios al margen, lo destacable que reseñaba Gustavo Bueno, era precisamente eso; los concursantes mostraban alejarse de la concepción protestante del individuo europeo donde el programa ya había dado sus primeros resultados, de acuerdo con sus respectivos pilares culturales, algo que al parecer la cadena responsable, telecinco, trató de ocultar por un tiempo. 

El experimento no salía como ellos pretendían, al agruparse los participantes y decidir que aquel premio gordo se destinaría a ayudar a la hija discapacitada de uno de los concursantes. El objetivo estaba claro; el dinero pasó a ser un argumento secundario dándole mayor importancia a las relaciones interpersonales. Telecinco tomó conciencia, de la situación y el resto ya es historia. Dentro del amplio y oloroso espectro de la telebasura, se mueve el Gran Hermano español, orgulloso de sus concursantes, que no hacen sino ser tal y como ellos son. Como la España que los parió. Sedientos de sus quince minutos de popularidad. Algunos luchan como bestias fascinadas por los destellos de unos focos que son los del infierno yy por estrechar manos sudadas de afecto pueril.

Cuando he tenido oportunidad de charlar sobre el tema, el debate se resume al pez que se muerde la cola, y me imagino a una merluza o a un besugo en la actitud, y llego a la conclusión de que esa intensa -quizá entrenida como lo es para el perro, aunque no viene al caso hablar de rabos- actividad del animal denota cierta estupidez. Muy similar a la de los espectadores besugos, o incluso a quienes maquinan parrilladas televisivas, calculando cuotas de audiencia y demás datos pagados. Detrás de eso, no hay nada. Cutrerío y horterada como seña de identidad que lideran opiniones con criterios aquejados de carencias vitamínicas. Fue Jiménez Losantos, responsable de un resúmen semanal en El Mundo sobre lo que acontecía en la famosa casa de Guadalix de la Sierra. Losantos comenzó su tarea a regañadientes cuando pasado un tiempo afirmó preferir el 24 horas de GH, que ver CNN+. Para quienes no frecuenten sus emisiones, y prefieran el linchamiento, ruego terminen el artículo y en comentarios, dejen una impresión, aunque sea medio decente.

Pues bien, todo venía por el estreno en Holanda de un nuevo reality, de nombre Utopía. Comenzó a principios del 2014, y el sugerente título, que vuelve a las andadas del terrorismo sociológico con la siguiente puesta en escena; como siempre, los concursantes de turno, en este caso deslocalizados del centro urbano, incomunicados, y -aqui viene lo interesante- con el objeto de consolidar una nueva sociedad, edificar la convivencia a partir de unas normas que ellos mismos tendrán que crear, durante un año. Así abría bocado la audiencia, con esta excitante campaña publicitaria:  

“Sin previas estructuras de poder y recursos limitados, estos pioneros se enfrentarán al desafío de reescribir las reglas. ¿Escogerán democracia o dictadura? ¿Fidelidad o amor libre? ¿Castigarán o perdonarán? ¿Elegirán religión o racionalismo? ¿Compartirán con los otros o acapararán para ellos mismos? ¿Qué conflictos surgirán, qué líderes se afirmarán?”.

Con premio de por medio y con las habituales expulsiones del formato, la utopía nos revelará la necesidad de vivir explotados y en guerra. Por exceso, la distopía pone contra las cuerdas  toda esa acumulación de frustraciones, crimen y conspiraciones en la que el mundo vive desde que el hombre se siente inseguro, desprotegido y con el azar casi como único arma. Y la televisión. Para qué perseguir una utopía si la podemos ver por la tele mientras suponemos que habría sucedido si la guerra contra los franceses la hubiese ganado le petit cabrón.

Por suerte o por desgracia, de llegar a España, lo que ha desbordará son los programas rosa que se alimentan paradojicamente de la mierda, primer y único plato que parece degustar una exquisita audiencia atiborrada de malas noticias y redes sociales, que reivindica  al tiempo que enciende el televisor como evasión. Pretendemos rebelarnos contra un supuesto sistema demoníaco, pero seguimos asistiendo a los mismos medios ponzoñosos a través de los que unicamente se alimenta la necendad. Algo parece fallar, decimos, cuando en realidad todo es coherente y lógico como la misma locura.



22 de octubre de 2014

Festival de series 2014

Lanza Canal + Series como cada año su órdago como plataforma de representación y empuje al panorama serial  y a sus múltiples y sobreexcitados seguidores en el Festival de Series y que tuvo como fondo el mítico cine Proyecciones. Tuve el honor de acompañar a una figura entendida -no confundir con aficionado- en la materia, cuyas intervenciones me hacen comprender y reestructurar con acierto algunas de mis equivocadas y escoradas hacia el sarcasmo opiniones sobre el tema. Para no perderse por el abotargado universo de las series, o para todo lo contrario: www.conejitozombie.com

Tres días de Festival en que se dan la mano producciones de toda clase, así como personas, personajes y demás experimentos más cósmicos que cómicos. Productos consolidados por lo atrevido de la propuesta, por la calidad y claridad de su ejecución, y en otros casos por que existe una audiencia desbordada de tiempo libre y neuronas ociosas que recurre a la televisión para evitar el pensamiento crítico y otros asuntos jodidos mientras los chicos de pablemos planifican sus futuras vidas. Se agradecía desde un principio que el festival fuese monotema y ninguna estructura política o empresarial  metiese sus zarpas en tiempos de precampañas y mamoneos ideologizantes con la siempre perversa capa del patrocinio desinteresado. Quizá me pase de ingenuo, pero el eslogan del Festival era suficiente; "Después del Homo Sapiens llega el Homoseries". La tabla cronológica de la humanidad rota en mil pedazos. Punto para Sartori.

El valor del poder audiovisual es, como lo ha sido siempre, ilimitado. Nada como la imagen en movimiento, a través de cine, series, documentales y demás para influir en el pensamiento de un individuo cuya seña generacional es el elemento audiovisual. No hay un mal producto por estúpido y redundante que se vuelva su idea si obtiene la audiencia deseada, y un ejemplo de ello puede ser la aplaudida muy premiada Modern Family. Una audiencia con supuesta capacidad subjetiva, anhelos y deseos de ascensión a través del irreal? mundo de la televisión. El trabajo está hecho. Blade Runner tuvo capacidad de influir en casi todos los ámbitos de la cultura, desde fotografía, arquitectura, pasando por el mundo de la moda, la música y el pensamiento. También lo haría Matrix tiempo despues a pesar de sus excesos, sus defectos y gafas de sol un poco horteras, donde el inexpresivo rostro de Keanu Reeves se disimulaba con el gesto serio de todos sus compañeros, como si no les estuvieran pagando por el trabajo.

El objetivo es mantener la cuota de fidelidad en un ambiente jovial, desenfadado y ciertamente divertido. Cervecita y estupendos medios Gintonics para amenizar la velada entre proyecciones, animadas charlas con desconocidos o huidas de puestas en escena como la que proponían los chicos de Venga Monjas

Me decanto por otro tipo de iconoclastia, cuyos exponentes se localizan en un pueblo llamado South Park,  o en cualquier parte del universo que es donde transcurren las bizarras y divertidísimas aventuras de Rick & Morty, serie de animación para niños adultos con predilección por el antihéroe -en este caso hombre de ciencia- en una original vuelta de tuerca al carismático y heterodoxo científico  de Regreso al futuro -inolvidable y grimoso Christopher Lloyd-, repleto de guiños a todo material susceptible de las etiquetas ciencia ficción, terror, y serie B. O sea, Futurama sin la finura de espíritu de Gröening, y más hardcore.


Resultó sorprendente el trabajo de Ignatius Farray en  El fin de la comedia, título que se mueve entre El rey de la comedia de Scorsese y Viaje al fin de la noche de Celine y vista en otras ocasiones como la vida, obra y miserias del cómico. El hombre que por diversas razones entrega su vida a hacer reír a los demás, recreando su propia verdad del mundo y transmitiéndola con bastante acierto. A través de sus conjeturas, anécdotas rutinas, vemos al cómico vivir y morir constantemente, tratando a través de sus necesidades de explicarse a sí mismo como lo haría un Woody Allen malasañero y con un punto de troll. De lo más recomendable.




 

American Horror Story: The Freak Show, para terminar rindiendo homenaje a la estupenda Jessica Lange, actriz revelación para las nuevas generaciones y cuya trayectoria cinematográfica en los ochenta y noventa la condujo hacia un éxito amparado sobre todo en su sensual belleza. En esta cuarta temporada de siniestros relatos, Lange aborda un perfil con personalísimos matices, algo que solo puede ser obra de un mitómano, ya que no son adornos excéntricos sino plena y madura construcción de personajes para la que será según palabras de la propia actriz, su última temporada. Esbozo a modo de Historias de la cripta con mayor presupuesto, de una norteamérica dueña del mundo y orgullosa de todos sus valores y principios que se declaren contrarios al horror. Bajo esa sombra de sueño americano post parto se cierne otra sombra con las formas caprichosas de la naturaleza a mayor gloria de Tod Browning y su inmortal Freaks. Cada sombra que se cruza se vuelve fatalidad con las hechuras de una Dietrich descarrilada o la sádica sonrisa de un payaso buscando amigos con los que jugar. Música de Trent Reznor y una intro que hará las delicias de los Burtonianos más granujientos.

 Y finalizó el Festival de series 2014 con una apuesta por la que se consideraba la mejor serie actualmente en emisión. Como todo apuntaba que Sánchez Dragó declinaría la oferta de presentar el concurso, cerré los ojos mientras imaginaba un debate entre el Honorato de Javier Gurruchaga, Maria José Cantudo y la mona Chita. La vencedora, Arrow. Bravo Fräulein Mars. Gracias D.


Sailors fighting in the dance hall
Oh man! look at those cavemen go
It's the freakiest show



9 de octubre de 2014

Y el hombre más buscado es...


...Seymour Hoffman sin ninguna duda. Él es el auténtico reclamo de esta cinta que adapta al célebre novelista inglés John Le Carré en uno de sus últimos trabajos por el equívoco mundo del espionaje, aunque en este caso la trama queda desprovista de ese eterno encanto que la Guerra Fría procuraba al relato, al deslocalizar el legendario conflicto y traerlo a tiempos, escenarios y acciones más reconocibles y probablemente innecesarios.

El hombre más buscado (A most wanted man, 2014), carece en parte de la sensibilidad noir de la que están plagados infinidad de títulos memorables como Cortina rasgada, Con la muerte en los talones, Las sandalias del pescador entre otras, que, a excepción de Teléfono Rojo, cuya atemporal y sarcástica visión de los acontecimientos le hace merecedor de ser el título que confirme la regla, se regían por aquel patrón fordiano con vuelta de tuerca, basado en hombres buenos y malos y viceversa, con el consiguiente juego de engaños propio del género. Aún así, la película de Anton Corbijn, hace pasar un buen rato sin aburrir casi en ningún momento.

Los espías, como los actores juegan a ese engaño tan provechoso, por lo que para cualquier actor reseñable el trabajo está medio hecho. Una  partida de ajedrez que hace relajarse a los grandes jugadores/actores y  brillar a los medianos. Incluso aquel Russel Crowe, dejó de parecer el proteico héroe al que acostumbra dentro y fuera de la pantalla, para adentrarse en la espiral esquizofrénica con que Una mente maravillosa homenajeaba el periodo en que los USA caía víctima paranoica en su lucha contra el orden comunista.

Aunque espías como las meigas, haylos, ha sido el periodo conocido como Guerra Fría el que inspiró a una generación que aprovechó para complementarse y dignificar el popular género detectivesco, a través de una historia que busca reacciones mayores con naciones enfrentadas y la seguridad ciudadana a gran escala en peligro. Coincidió este periodo con una manera de hacer cine más a la medida de sus necesidades. Quizá 007 sea el que se actualiza con más acierto manteniendo al arquetipo Bond casi intacto, a pesar de Craig y su incontrolable y en ocasiones irresistible testosterona. De Bourne y sus cosas no voy a pasar ni de puntillas.

Mención aparte la doble lectura que se hace sobre las películas de ciencia ficción americana y japonesa de los 50 y 60, en las que invasiones marcianas, o apariciones de grotescos montruos imposibles del fondo del mar alimentaba la propaganda anticomunista y el miedo a un ataque nuclear, honrado todo ello por la obra magna de Moore y Gibbons en Watchmen, y cuya adaptación al cine en 2009 se saldó con críticas de tan escasas miras.

Corbijn, rescata algunos recursos de aquellos filmes, tratando a duras penas de que los sentimientos fluyan al servicio de una historia de espías, cuyo valor real reside en las más que eficaces interpretaciones de un reparto intenso, al que propondría como casting fundamental para una futura versión de Falcón Crest.

La película avanza taciturna y escrupulosamente flemática, como su protagonista, un desencantado y aparentemente desaliñado Hoffman, -cuya peor interpretación, siempre será una de las mejores- que economiza todo esfuerzo en un objetivo demasiado humano para un mundo de tan sucia traza como en el que se desenvuelve. Hoffman en shock -yo también por unos minutos- y Hoist that rag de Waits para los afectados.


3 de octubre de 2014

El planeta salvaje

En más de una ocasión se nos antoja al calor de unos coktails y en el placer de la conversación, algún tema elevado de carácter pedante y embriagador. La aureola de superioridad intelectual con que el individuo expone sus argumentos contra la pena de muerte por ejemplo, tiene la peculiar quietud de un mar vaciado de agua y peces, pero lleno sangre y huesos con porciones de carne rancia adherida todavía a ellos. El inmenso coral de Manolo Escobar, son hoy miles de millones de calaveras que sonríen sardónicos con mirada sorprendida como diciendo: "Ahí os quedáis monstruos." 

Durante la década de los treinta, mientras el mundo recibía las noticias -no a tiempo real- del hundimiento de la bolsa americana y sus desgraciadas consecuencias, la China revolucionaria asesinaba en regiones casi inhóspitas de su geografía a cientos de miles de personas como preámbulo de un plan revolucionario. Aprovechando un enigmático y recóndito paraje, antes incluso de que aquel aprendiz de carnicero Mao comenzase sus pinitos en esto de la carne amarilla, se fundaba uno de los primeros Soviets chinos que decretaba crueles leyes anti-contrarevolucionarias -toma ya- cuyo incumplimiento o menor atisbo de anti-contra, las autoridades del Soviet premiaban con linchamientos, descuartizamientos, e insufribles torturas chinas siguiendo con una milenaria tradición imperial. Todo ello en un lugar concurrido con espléndidas vistas para todos los públicos. Traigan a sus chiniños, por que las clases acaban de empezar.

El responsable de aquellas sangrientas matanzas, un tal cabrón P’eng P’ai fue fusilado por las fuerzas nacionalistas que también combatía Mao. Despues vendría lo duro, y resumiendo, hasta hoy. Suponiendo que lo esté, China lleva relativamente poco o muy poco tiempo abierta al mundo, el tiempo necesario que ha necesitado el mundo para saber de qué va aquello. Tiempo suficiente para tener la certeza de que el cielo también está atiborrado de chinos.

 Hong Kong parece haberse reinfectado de ese virus de las democracias y protesta bajo miles de paraguas anti bombas de gas por que el Gran Hermano Chino quiere apretar la correa. Me recuerda "El planeta salvaje" (Le Planet sauvage, 1960), un planteamiento parecido con toque de psicodelia sesentera añadido. Aquel planeta salvaje estaba habitado por una raza de azuladas criaturas inteligentísimas y  adoptaba humanos como mascotas, practicándoles el mas perverso y sádico sentimiento maternal, y privándoles de su libertad por encima de todo. El surrealismo sucio, el humor negro el punto psicodélico francés y los dibujos de Topor  la convierten en una película imprescindible junto algunas de las obras distópicas más representativas del S.XX.

Volviendo al tema, veremos que aquella dicotomia de un país, dos sistemas no cuadra con las expectativas del todopoderoso control del PCCh sobre mil millones de chinos a los que no desean correteando por las calles poniendo en duda lo afilado de su hoz o la dureza de su martillo. Como en Tiananmen, correran rios de tinta sobre los ríos de sangre que fluyen rabiosos e inexactos por las cloacas del gigante asiático. Sangre desbordada de cientos de generaciones que educadamente clama por la libertad, mientras en el resto del mundo, la libertad naufraga.

¿Dejará de llover en China, o simplemente se cerrarán los paraguas para dejar que el aguacero enardecido caíga con más fuerza sobre sus cabezas?