19 de abril de 2012

El error no es ceguera...

En España, entre las innumerables virtudes patrias, destacan siempre por su abundancia y despreocupado cultivo, aquellas basadas en la envidia y la ignorancia. El sinsentido de la mala leche española, alcanza cotas preocupantes cuando a la institución monárquica se refiere. Ruidosos los bulos, circulan por la portería nacional, repugnantes complots, grotescas conspiraciones de un sector que abonado con el rencor, producido por no se qué, tratan de presionar a la opinión pública de que tras el viaje del Rey a pegar tiros, lo mejor es proclamar una república. Decir tercera, sería como decir, un nuevo fracaso, o intentona golpista y criminal fallida y fatal.

 Nuestra democracia es mejorable, qué duda cabe, pero dejará de existir tal opción si se arranca la raíz y buena parte del tronco que la posibilita. No por ello, por mejorable, debe ser tenida como blanco perfecto para los dardos envenenados de quienes pretenden un modelo diferente. Un modelo social sin horizonte, que engulliría en desequilibrado compromiso con la causa, a quienes se nieguen a comulgar con el sectarismo y el pensamiento único parapetado en su miedo y en su ignorancia, y disfrazado como siempre de grandes principios, pero sin final feliz.

Y pajas al margen, noblemente afectado y arrepentido, breve, directo y sincero, en España alguien ha pedido perdón.