8 de mayo de 2014

Aprendiz de gigoló


Tras la devastadora concatenación de puentes primaverales, insufrible omnipresencia diaria de embrutecedor y ruinoso futbol , y avalancha de estrenos sin el aliciente necesario para arrancarte de la agradable rutina non cinema, un título brillaba cauteloso y ciertamente discreto sobre los exteriores acristalados de algún  kiosko. "Aprendiz de gigolo" (Fading gigolo, 2013) de John Turturro, habría pasado tan desapercibida como la misma musa que la inspiró, de no haber sido por la -en un principio- atractiva presencia de un Woody Allen anecdótico y solo aprovechado por la fábrica de espejismos marketiniana y publicitaria, y de John Turturro en absoluta libertad práctica y táctica para transformarse en un gigoló.

Pero la cosa se pierde por donde no debe. Hora y media de metraje transitando los vaivenes erotico emocionales de un Turturro perdido en un papel ideal para un Zac Efron disminuido o algún galán pardillo de estos que proporciona el american tv pie. Turturro debió golpearse la cabeza antes durante y despues de la concepción de su pelicula y sus personajes. Exactamente igual que siempre, pero en esta ocasión sin resultados apreciables. 
 
Si ha buscado aproximarse a él mismo y al pobre Woody a su soliviantado personaje de "Barton Fink" (1991) y a la sudorosa sombra del apoteósico John Goodman respectivamente, no le deberán quedar a estas alturas cojines sobre los que llorar, tras tamaño despropósito. No, esto es solo una especulación, pero sin duda, habría sido una especulación que habría arrojado algo de chispa sobre el  planteamiento de un argumento un poco gratuito pero potencialisimo..

Por su trayectoria interpretativa, Turturro es un valor notable de capacidades ambivalentes, bien salvaje y descontrolado de mirada esquizoide, bien  apocado y abrumado y de mirada esquizoide. Pero ha optado por construir un personaje simplón, sobre el que se desarrolla una trama y acción tan sosa y desconcertante como la que pudiese representar un oso amoroso judío. Por otro lado comprendo la necesidad del artista de explorar otros cauces interpretativos, de imaginar una agridulce historia de amor no correspondido, incluso de la inquietud de tirar su trayectoria a la basura, pero sin perder su desafiante y esquizoide mirada. Quizá esta película es el resultado de un sueño. Me quería recordar al buen equipo que formaron Nicholson y Sandler en "Ejecutivo agresivo" (Anger Management, 2003); dos caracteres opuestos y en clásico enfrentamiento pero con algo de química, desde luego interacción, situaciones absurdas y gratificantes, por que la cosa funciona. Cualquier cosa menos el intolerable gesto indolente de descarrilada generation x que parece seguir abanderando Vanessa Paradis.

La película es un eficaz somnífero y una demostración que un buen reparto no puede hacer milagros. Solo la exquisita compañía de mi querido D, ha evitado que la sesión se volviese siesta total o abandono de una sala particularmente oscura y aburrida.

Sr. Turturro, aprendiz de nada. Siga demostrando.


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