8 de mayo de 2014

Fargo

Fargo (2014) PosterSe cuentan por millones las víctimas de la televisión. Es algo así como una fábrica de cadáveres mentales. Una carretera mortal desde la psique de sofá y el calor del hogar. Alguien se asombraba cuando los titulares del reino anunciaban que la media española de tiempo frente al televisor -encendido supongo- era de dos a tres horas diarias. Bueno, eso está superado. Hoy la televisión y sus productos más culturales son un monumento a nuestra exquisita sociedad acatarrada mental, con solo diez minutos de garbeo por la alienante y excesiva oferta televisiva. Acorde con los tiempos y las gentes. Despreciable oferta y fea demanda. Audiencias reveladoras de las inquietudes del personal. Un público empantanado en la totémica subcultura de las redes sociales, cuyo ingenio se afila en ciento cuarenta caracteres, un poco menos o blogs cercanos al estilo  -intuyo- de una Mª Teresa Campos en horas bajas y torso relajado. Legiones de fans, identificados con la palabrería tullida propia del chascarrillo de patio de corrala decimonónico.


Los cierres de algunos de los canales con los que en España veníamos alimentando nuestro manifiesto conformismo y mansurronería doméstica, ha estado arropada de una campaña teñida del sentimentalismo más patético, cínico y descarado con que te puedes encontrar. El nivel anda por ahí. Adicción o cariño a un canal de televisión, como quien recuerda al antiguo romance de piel suave y los fuegos tristes de aquel verano retozón y lejano. Señoras y señores, nos queda la mano.

No obstante, se cuentan excepciones por las que se pueden sentir algo más que simpatías, por las que habría que apostar con algo más de fuerza. Vuelvo al mundo serial para reivindicar un título conocido, llevado al terreno televisivo.
"Fargo" (Serie tv, 2014) trata de aproximarse a aquel truculento mundo de la película de mismo nombre que dirigieron Joel y Ethan Coen -hoy productores de la serie- allá por 1996. La receta parece contener de momento, alguno de los elementos y marcas de la casa Coen, capaz de convertir una historia de secuestros, asesinatos, mafias locales más o menos cutres y caracteres patéticos y previsibles, en todo un pintoresco y macabro cuento de personajes totalmente polarizados en sus sublimes personalidades, donde la violencia se desata inevitable y sin control y las piezas de la trama consiguen ser encajadas gracias a la sensatez, arrojo y compostura que pueda quedar en el mundo, en este caso personificando tales atributos en una brillante Frances McDormand. 

La capacidad de los Coen trasciende a los diferentes subgéneros cinematográficos, elaborando una sólida historia, capaz de estremecernos al tiempo que nos reímos, de mostrarnos personajes de dudosísima catadura moral y hacer que empaticemos con ellos, y de sorprendernos siempre como disciplinados devotos del humor negro negrísmo y los relatos lúgrubes y redentorios tan estrechamente ligados al cine negro clásico. Regenerado y sazonado un subgénero glorioso con personajes que entretejen la trama casi por casualidad, con intérpretes de altura y negrura, y algo de nostalgia por ese mundo plagado de paisajes nevados, carreteras solitarias, pueblecitos tranquilos y monótonos, tramas locales, calles desérticas -esa introducción con voz en off de "El gran Lebowski"-, y rostros desolados, espejos de la condición humana y sus agrias circunstancias.

Aquel Fargo del 96, como si de un buen vino hablásemos, no pierde un ápice con el tiempo. Al contrario. Los hermanísimos, ya se habían postulado como directores de extravagantes y sólidos títulos antes de, pero sin duda Fargo es la más inteligente y diestra vuelta de tuerca al género y al mismo cine, como lo había sido la sobresaliente "Chinatown" (1974) de un americanizado y alumbradísimo Polanski, o en otro nivel "L.A. Confidential" (1997). Algo que supo valorar y premiar la casi siempre decepcionante Academia de Hollywood. 

Queda esperar disfrutando de Billy Bob, Freeman y su deliciosa y sorprendente comunidad circundante. Todo resulta familiar. Todo resulta extraño. Basado en hechos reales rezaba el comienzo de la peli... Qué divertido y lúgubre descaro.

Bravo.

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