22 de octubre de 2014

Festival de series 2014

Lanza Canal + Series como cada año su órdago como plataforma de representación y empuje al panorama serial  y a sus múltiples y sobreexcitados seguidores en el Festival de Series y que tuvo como fondo el mítico cine Proyecciones. Tuve el honor de acompañar a una figura entendida -no confundir con aficionado- en la materia, cuyas intervenciones me hacen comprender y reestructurar con acierto algunas de mis equivocadas y escoradas hacia el sarcasmo opiniones sobre el tema. Para no perderse por el abotargado universo de las series, o para todo lo contrario: www.conejitozombie.com

Tres días de Festival en que se dan la mano producciones de toda clase, así como personas, personajes y demás experimentos más cósmicos que cómicos. Productos consolidados por lo atrevido de la propuesta, por la calidad y claridad de su ejecución, y en otros casos por que existe una audiencia desbordada de tiempo libre y neuronas ociosas que recurre a la televisión para evitar el pensamiento crítico y otros asuntos jodidos mientras los chicos de pablemos planifican sus futuras vidas. Se agradecía desde un principio que el festival fuese monotema y ninguna estructura política o empresarial  metiese sus zarpas en tiempos de precampañas y mamoneos ideologizantes con la siempre perversa capa del patrocinio desinteresado. Quizá me pase de ingenuo, pero el eslogan del Festival era suficiente; "Después del Homo Sapiens llega el Homoseries". La tabla cronológica de la humanidad rota en mil pedazos. Punto para Sartori.

El valor del poder audiovisual es, como lo ha sido siempre, ilimitado. Nada como la imagen en movimiento, a través de cine, series, documentales y demás para influir en el pensamiento de un individuo cuya seña generacional es el elemento audiovisual. No hay un mal producto por estúpido y redundante que se vuelva su idea si obtiene la audiencia deseada, y un ejemplo de ello puede ser la aplaudida muy premiada Modern Family. Una audiencia con supuesta capacidad subjetiva, anhelos y deseos de ascensión a través del irreal? mundo de la televisión. El trabajo está hecho. Blade Runner tuvo capacidad de influir en casi todos los ámbitos de la cultura, desde fotografía, arquitectura, pasando por el mundo de la moda, la música y el pensamiento. También lo haría Matrix tiempo despues a pesar de sus excesos, sus defectos y gafas de sol un poco horteras, donde el inexpresivo rostro de Keanu Reeves se disimulaba con el gesto serio de todos sus compañeros, como si no les estuvieran pagando por el trabajo.

El objetivo es mantener la cuota de fidelidad en un ambiente jovial, desenfadado y ciertamente divertido. Cervecita y estupendos medios Gintonics para amenizar la velada entre proyecciones, animadas charlas con desconocidos o huidas de puestas en escena como la que proponían los chicos de Venga Monjas

Me decanto por otro tipo de iconoclastia, cuyos exponentes se localizan en un pueblo llamado South Park,  o en cualquier parte del universo que es donde transcurren las bizarras y divertidísimas aventuras de Rick & Morty, serie de animación para niños adultos con predilección por el antihéroe -en este caso hombre de ciencia- en una original vuelta de tuerca al carismático y heterodoxo científico  de Regreso al futuro -inolvidable y grimoso Christopher Lloyd-, repleto de guiños a todo material susceptible de las etiquetas ciencia ficción, terror, y serie B. O sea, Futurama sin la finura de espíritu de Gröening, y más hardcore.


Resultó sorprendente el trabajo de Ignatius Farray en  El fin de la comedia, título que se mueve entre El rey de la comedia de Scorsese y Viaje al fin de la noche de Celine y vista en otras ocasiones como la vida, obra y miserias del cómico. El hombre que por diversas razones entrega su vida a hacer reír a los demás, recreando su propia verdad del mundo y transmitiéndola con bastante acierto. A través de sus conjeturas, anécdotas rutinas, vemos al cómico vivir y morir constantemente, tratando a través de sus necesidades de explicarse a sí mismo como lo haría un Woody Allen malasañero y con un punto de troll. De lo más recomendable.




 

American Horror Story: The Freak Show, para terminar rindiendo homenaje a la estupenda Jessica Lange, actriz revelación para las nuevas generaciones y cuya trayectoria cinematográfica en los ochenta y noventa la condujo hacia un éxito amparado sobre todo en su sensual belleza. En esta cuarta temporada de siniestros relatos, Lange aborda un perfil con personalísimos matices, algo que solo puede ser obra de un mitómano, ya que no son adornos excéntricos sino plena y madura construcción de personajes para la que será según palabras de la propia actriz, su última temporada. Esbozo a modo de Historias de la cripta con mayor presupuesto, de una norteamérica dueña del mundo y orgullosa de todos sus valores y principios que se declaren contrarios al horror. Bajo esa sombra de sueño americano post parto se cierne otra sombra con las formas caprichosas de la naturaleza a mayor gloria de Tod Browning y su inmortal Freaks. Cada sombra que se cruza se vuelve fatalidad con las hechuras de una Dietrich descarrilada o la sádica sonrisa de un payaso buscando amigos con los que jugar. Música de Trent Reznor y una intro que hará las delicias de los Burtonianos más granujientos.

 Y finalizó el Festival de series 2014 con una apuesta por la que se consideraba la mejor serie actualmente en emisión. Como todo apuntaba que Sánchez Dragó declinaría la oferta de presentar el concurso, cerré los ojos mientras imaginaba un debate entre el Honorato de Javier Gurruchaga, Maria José Cantudo y la mona Chita. La vencedora, Arrow. Bravo Fräulein Mars. Gracias D.


Sailors fighting in the dance hall
Oh man! look at those cavemen go
It's the freakiest show



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